domingo, 19 de septiembre de 2010

El British Museum (3ª planta)

Fue la que nos recomendó el amable empleado de la entrada. Y la que más nos gustó. La de los primeros habitantes de esta tierra. Había poca luz, no se podía utilizar el flash, no son muchas las fotos.
La "Cueva de los espíritus". Ahí se recogían los "chamanes" con sus dioses, casi todos con figura animal, a los que veneraban . Ahí aprendían la "danza" del que representaban , danza secreta que no podían revelar a nadie. Estos dioses les cedían su fuerza, su ingenio, todas las cualidades que representaban: El águila era el espíritu divino más cercano al "Gran espíritu", representaba la habilidad para ver lejos, el liderazgo, la visión clara y la verdad. El oso, el valor y la fuerza; el lobo, la familia y la protección.. el cuervo: símbolo de la creación, el conocimiento y el prestigio , etc..
Uno de los numerosos totems que adornaban las aldeas, que solían construir en homenaje y recuerdo a sus "seres queridos", desaparecidos. En honor a su espíritu.
Numerosos enseres, pueblos reconstruidos, viviendas. Mucho arte, mucha imaginación. Y, por fín, la razón de su casi desaparición.
Una vez instalados los ingleses en la Costa oeste, después de la partida de los españoles ( ver libro Nootka, de Arsenio rey, que lo tenemos en la biblioteca), llegaron numerosos barcos desde Europa ( negocio de pieles y varios..) Uno de ellos traía la entonces temible "smallpox", o viruela, que los indios desconocían y contra la que no tenían ninguna defensa. Fue la hecatombe. Una gaceta local de entonces recriminaba la absoluta apatía de los europeos frente a la enfermedad de los indios. Morían por centenares, y nadie hacía nada. Hablaban también de los estragos causados por el alcohol en la salud de los indígenas. En fin, otra forma de genocidio. Cuando ya quedaban pocos nativos , empezaron a recluirlos en "reservas", prohibirles celebrar sus ritos y prácticamente casi todas sus costumbres ancestrales. Los "evangelizaron" de mala manera. Los indios convertidos al cristianismo, quemaban las figuras de sus dioses, por temor a la venganza del dios de los blancos.
Salimos de esas hermosas salas con el corazón encogido.
Luego nos fuimos a comer a la cafetería del museo, para recorrer a continuación la "parte animal" y la "Victoria del siglo XX" descritas por el Barito.
Terminamos el día paseando, que no cantando, bajo la lluvia, las calles de esta ciudad, barrio chino incluido. Una ciudad que no te deja indiferente en ningún momento.



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