domingo, 10 de julio de 2016

Homenaje a Cernuda IV y fin del viaje por Asturias

Con el mar en calma, volviste a mis brazos




De noche el viento, llamó a la puerta
Loco de furia.
Cerraste los ojos,
Y nos dormimos llorando.

Yo fui.
Columna ardiente, luna de primavera.
Mar dorado, ojos grandes.

Busqué lo que pensaba;
pensé, como al amanecer en sueño lánguido,
lo que pinta el deseo en días adolescentes.
Canté, subí,
fui luz un día
arrastrado en la llama.

Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.

He sido.

viernes, 8 de julio de 2016

Homenaje a Cernuda III

Al capricho del susurro seguí los pasos del músico.                         
Ningún reflejo era tuyo.
La jaula vacía,
De nota en nota,
De ventana en ventana.                                                                                            
Amado mío,
¿A quién sigue tu deseo?    
Sombras blancas
 Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
dormidas en su amor, en su flor de universo,
el ardiente color de la vida ignorando
sobre un lecho de arena y de azar abolido.

Libremente los besos desde sus labios caen
en el mar indomable como perlas inútiles;
perlas grises o acaso cenicientas estrellas
ascendiendo hacia el cielo con luz desvanecida.


Bajo la noche el mundo silencioso naufraga;
bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.
Sólo esas sombras blancas, oh blancas, sí, tan blancas.

La luz también da sombras, pero sombras azules.


         
                         

miércoles, 6 de julio de 2016

Homenaje a Cernuda II

Dejé atrás el castillo.

Allá donde habita el olvido.
Busqué  el susurro en el agua

Y no hallé tu reflejo
En la niebla que habita el norte
Pero me devolvió el silencio.
Ni la lluvia ni el mar ni la niebla,
Nadie supo del susurro.

"Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido."