lunes, 29 de marzo de 2010

VIº Mercadillo de trueque

Con más gente que nunca. Llenamos hasta el juego de bolos, por lo que la comida resultó escasa, pero la gente venía provista de buenos bocatas y botas de vino. Cómo siempre, un éxito. Vino Berta, la profe de mimbre y se puso a confeccionar cestos ahí mismo. Los amigos de siempre. El Xexu no, lo echamos mucho en falta. Xexu estaba inmerso en otro acontecimiento triste de la vida, pero todos lo llevábamos en el corazón. No hubo "gran batucada" ( no acudieron los interesados), pero si "batucada local" con la gente del taller de percusión de por aquí. Y nuevas amigas, esta vez dos "ciclo-turistas" muy valientes, Rocío y Alicia, con quien compartimos el chorizo, la caballa, el aceite con pimienta de la cena, los run-runes de los gatos, el café de la mañana, el cambio horario de la primavera y la perdida ritual de las llaves del coche. Digo ritual porque en el último fue el Salva el que nos tuvo entretenidos con el asunto. Lo dicho.. volved cuando queráis.
Ahora viene "Semana Santa". Ya tenemos vallada "La Carrasca" y comprados los primeros groselleros y arándanos. Mañana viene Xexu y los plantamos. Y también las patatas tempranas. Y hay una chica con 500 castaños buscando terreno para aposentarlos. A ver si Carlos encuentra el camino perdido a su finquita y se la podemos enseñar. Hoy recibo una invitación de la "unión de Ateos y Librepensadores de Cataluña" para festejar la pascua según una antigua tradición de los ateos, que era hacer una barbacoa de butifarras en la puerta de la iglesia el viernes santo. ¿Alguien se anima? Sino, tenemos previsto una salida al campo para volar "catxirulos" (Fernando no te cabrees, que aunque sea en catalán, se entiende perfectamente lo de "volar el catxirulo" ) y comer la mona ( para castellano-parlantes, aclaro que la "mona de Pascua" es un dulce típico que nos viene de los moros y que en Madrid llamarían:" bollo en forma de animal, coronado por un huevo duro previamente coloreado").
Y, sin querer ser empalagosa, fuimos a Palma, a respirar la Emmita recién nacida. ¡Cuanta ternura!

martes, 9 de marzo de 2010

Lo último del invierno

Enésima oleada de frío polar. Están aquí los "Manolos" de visita, y salimos a pasear, "noblesse oblige". Con la cara cortada y las orejas acartonadas. ¡Demonios, qué frío! Esperando con impaciencia la primavera de verdad, que ya sé que está llegando. A los que vivimos en el campo, los primeros signos no pueden pasarnos desapercibidos, y que cuando vivía en la ciudad, tampoco. Porque lo debo llevar en los genes. Porque un día cambia el sonido del entorno, la caricia del viento, miras hacía arriba y ya está aquí la primera golondrina. Porque recuerdo a mi madre apostada en la ventana, su cara de felicidad cuando nos anunciaba "j'ai vu la première hirondelle". Antes, cada año, esperábamos el paso de las grullas. El primero en escucharlas ponía a todos en alerta. Y si en algún momento de mi vida llegué tarde al encuentro con la flor del almendro, fue porque mi vida andaba perdida. Sabía que recomponerla no sería posible hasta la siguiente primavera.
Todo esto que os estoy contando , lo hago en realidad para disimular. Para hacer tiempo. Tengo algo nuevo, recién experimentado que ardo en deseos de soltar, pero que no me quiero precipitar so pena de pareceros cursi. Y no es cursilería, os lo aseguro. Es algo que no esperaba y ha surgido. Claro que mientras escribo, vosotros ya habréis visto la foto e igual, ni os molestáis en seguir leyendo.
A ver: yo no creo en "sentimientos impuestos". Ni creo que todas las mujeres deban ser portadoras del maniqueado "instinto maternal", ni que lo mejor de la vida sea tener hijos. Yo si tuve "instinto maternal", pero que lo puede tener igualmente un hombre, o no..o si..Enfin que ni es obligatorio, ni necesario para vivir. Cómo no creo tampoco que después de tener hijos, tener nietos sea de obligado cumplimiento. Yo hasta que no resienta un temblor en el centro de mis emociones, no me creo nada. Y este sábado, cunado Sergi ( mi hijo) me anunció que Julia estaba de parto, pues me pasé toda la mañana inquieta, extrañadamente "acelerada". Su emocionada llamada una vez nacida la niña me contagió. Creo que me pasé el resto del día desbordando lágrimas por cualquier motivo. Pero, cuando vi esa primera foto de la pequeña Emma, con una horita escasa de vida, abriendo los ojos para descubrir el mundo, esta vez si. Todo mi centro, todo mi ser profundo se estremeció. Aquello era parte de mí, la sentía, la reconocía. Supe que la quería. Instantáneamente y para siempre.
Lo quería contar porque me ha pasado, os juro que es verdad. Y no puedo dejar de colgaros una fotito. Es Emma, con un día de vida. Y una hermosísima Julia contagiándonos su felicidad.