martes, 9 de marzo de 2010

Lo último del invierno

Enésima oleada de frío polar. Están aquí los "Manolos" de visita, y salimos a pasear, "noblesse oblige". Con la cara cortada y las orejas acartonadas. ¡Demonios, qué frío! Esperando con impaciencia la primavera de verdad, que ya sé que está llegando. A los que vivimos en el campo, los primeros signos no pueden pasarnos desapercibidos, y que cuando vivía en la ciudad, tampoco. Porque lo debo llevar en los genes. Porque un día cambia el sonido del entorno, la caricia del viento, miras hacía arriba y ya está aquí la primera golondrina. Porque recuerdo a mi madre apostada en la ventana, su cara de felicidad cuando nos anunciaba "j'ai vu la première hirondelle". Antes, cada año, esperábamos el paso de las grullas. El primero en escucharlas ponía a todos en alerta. Y si en algún momento de mi vida llegué tarde al encuentro con la flor del almendro, fue porque mi vida andaba perdida. Sabía que recomponerla no sería posible hasta la siguiente primavera.
Todo esto que os estoy contando , lo hago en realidad para disimular. Para hacer tiempo. Tengo algo nuevo, recién experimentado que ardo en deseos de soltar, pero que no me quiero precipitar so pena de pareceros cursi. Y no es cursilería, os lo aseguro. Es algo que no esperaba y ha surgido. Claro que mientras escribo, vosotros ya habréis visto la foto e igual, ni os molestáis en seguir leyendo.
A ver: yo no creo en "sentimientos impuestos". Ni creo que todas las mujeres deban ser portadoras del maniqueado "instinto maternal", ni que lo mejor de la vida sea tener hijos. Yo si tuve "instinto maternal", pero que lo puede tener igualmente un hombre, o no..o si..Enfin que ni es obligatorio, ni necesario para vivir. Cómo no creo tampoco que después de tener hijos, tener nietos sea de obligado cumplimiento. Yo hasta que no resienta un temblor en el centro de mis emociones, no me creo nada. Y este sábado, cunado Sergi ( mi hijo) me anunció que Julia estaba de parto, pues me pasé toda la mañana inquieta, extrañadamente "acelerada". Su emocionada llamada una vez nacida la niña me contagió. Creo que me pasé el resto del día desbordando lágrimas por cualquier motivo. Pero, cuando vi esa primera foto de la pequeña Emma, con una horita escasa de vida, abriendo los ojos para descubrir el mundo, esta vez si. Todo mi centro, todo mi ser profundo se estremeció. Aquello era parte de mí, la sentía, la reconocía. Supe que la quería. Instantáneamente y para siempre.
Lo quería contar porque me ha pasado, os juro que es verdad. Y no puedo dejar de colgaros una fotito. Es Emma, con un día de vida. Y una hermosísima Julia contagiándonos su felicidad.

2 comentarios:

Tom dijo...

Parece que me has leído la mente; en mi blog he puesto una entrada muy parecida a la tuya, dando la bienvenida a la primavera. Por cierto: ¿sabes que el narciso de la foto es un Narcissus rupicola o narciso de roca? Se trata de un endemismo ibérico (sólo crece en las montañas del Sistema Central de España y Portugal en todo el mundo).
De nuevo enhorabuena por haberte convertido en la "abuelita Marijose".
Besos

Anónimo dijo...

De Sergi:
Mámá, te superas, qué bien escribes, me has emocionado a mí, a Júlia y a Maju su madre...
Qué bonita es la primavera.