jueves, 19 de julio de 2007

Viena


Ciudad imperial. De veras que impresiona ver la chabolita que habitaban los Habsburgo, por ejemplo, por si no nos acordabamos de lo que era el poder y la dominación.
Pueees si, ayer nos hemos acercado a la gran ciudad, que nos la hemos paseado y en la que hemos visto uno de sus pequenos grandes museos, muestra del arte y la cultura contemporanea austriaca, la KunstHaus Viena, que en si misma y en su interior exhibe una amplia muestra de un tipo del siglo veinte, llamado Hunterwasser, que tenía una imaginación plastica que te pasas, como para, por ejemplo, convertir una planta incineradora de basura en una obra de arte, pero que sigue funcionando como planta incineradora de basura. Peleó contra la desaparición de las placas de matricula de los coches tradicionales, con fondo negro, caracteres blancos y el escudo de estado emisor, pero esa batalla la ganaron los tecnocratas.
Largo recorrido por la ciudad, calor sofocante, descansos en Stephansdom (San Esteban, muy fresquito) y en Volksgarten (parquecito, hierbecita, aguita fresca), visita al Cafe Central, callejuelas que escapan a los coches, bicis por todas partes (esta es una ciudad de bicis, recomendamos a los amantes de desplazarse con energía humana), y por fin una carrera frenetica para llegar al anden un minuto antes del tren para regresar a nuestro pueblo.
Tal vez vengamos otro día para ver algún concierto, pero creo que en verano hay muy pocos.

2 comentarios:

Mijo dijo...

Si que fue una pasada lo de Vienne, una pasada por lo del calor... ibamos desesperados buscando agua por todos los rincones imperiales, casi que nos paramos a beber del cubo de los caballos que los hay a montones, con su carruaje y su cochero. Lo mejor, el museo de por la manana, !qué emocionante encontrarse frente a tanta creatividad bondadosa, luminosa, generosa..! También la siestecita que nos echamos en la iglesia de San Esteban, rodeados de turistas espanoles flasheando a todo tren, y el espatarramiento en la hierba del parque de no sé muy bien cual emperador ottohungaro, con chopada en la fuente de los ninos incluida. Y nos acercamos al café Central, y nos fuimos como llegamos, de puntillas y yo, sin atreverme a entrar. Lastima de nuestros consumistas tiempos, en los que se ha convertido en un macro centro turistico sin angel, ni duende, ni nada...dejaremos la poesia para la posteridad para mejor lugar y momento.
Ayer, hicimos una gigantesca a la par que curiosa y reconfortante excursión por las weingasses, que dejaré que os la cuente primero el Barito y le cuelgue alguna fotito. Arsenio, no te vayas sin vernos, por favor.. ya empiezan a conocernos, somos los spanien de grund, los que van colorados y jadeantes de aquí para allá , y se banan en las fuentes, montados en sus flamantes caballos rodantes.
BESOS
MAMA-MIJO

Paco Cuesta dijo...

Y seguís pasando calor, que envidia. En verano hay que pasar calor y frio en invierno.
Está claro lo del cambio climático. Como en Viena no teníais lago de los Caballeros bebisteis agua del estanque de los Caballos.
Bueno queridos amigos, os lo estáis pasando en grande.