martes, 6 de septiembre de 2016

LES PYRÉNNÉES

Para el Oriente . 
Cruzando la linea imaginaria que rompe los pirineos en dos países, bajo un diluvio que nos llevó a hacer una parada imprevista en le Col de la Perche. Desistimos de instalar nuestro campamento gitano por razones meteorológicas, aunque disfrutamos de esta lluvia milagrosa después de una semana de sol sin sombra.
Mont-Louis, con sus fortificaciones Vauban y su horno solar, de los que no hay fotos pues pensamos que mejor era comprar una postal que no compramos.
Llegando  por les lacs de Bouillouse, desenvolvimos todo nuestro ajuar campista, con un bosque de abetos por decorado.
Frambueseros silvestres.
 Un río , La Têt, bañable y transitable. Los pies en el agua helada, río abajo, río arriba se curó el Barito  la flebitis que  empezaba a subirsele por los tobillos. 
Ardillas, pájaros carpinteros, barecitos amables, mercadillos locales, baguettes et croissants au beurre. 
Les Pyrénnées, majestuosamente amables.
Los serbales, cuyo nombre tuve en la punta de la lengua hasta que mi hija, vía wasap, me lo sopló al oído.
Cuando los tobillos de Barito recuperaron un tamaño adecuado, decidimos emprender la ruta hacia la Côte Vermeille, atravesando todo el Roussillon, con sus viñas y mis recuerdos, atávicos y verdaderos. 
Seguimos la ruta que siguieron un siglo atrás , mis abuelos con mi padre en brazos , en una carreta llevada de una mula.. 
Acababa de leer una novela de Nathalie Nothomb, que no es que sea mi autora favorita , pero el Bureau de presse-tabac  de Mont-Louis no era muy generoso en literatura. Mucha guía de montaña y un par de "livre de poche" que me llevé para amenizar las horas de reposo forzoso  que la farmacéutica, sonriente a la par que agitaba un dedo amenazador ( sinon, c'est l'hôpital),nos había prescrito ( bueno, se lo había prescrito al Barito, pero yo quería demostrar empatía).
Esta novelita no iba de Japón sino de los poderes mágicos del Champagne tomado en ayunas. Sus burbujas se volvían de oro y explotaban por el cuerpo de la narradora creando a su paso,  sensaciones psicodélicas.
Retomando uno de mis pasajes favoritos de mi documental mítico "Le bonheur , terre promise", este viaje de redención me fue llenando de burbujas doradas. 
Cómo un animal al acecho, iba sintiendo la proximidad de algún recuerdo que de repente explotaba en mi con toda la fuerza de lo ya vivido y toda la claridad de una memoria recuperada. 
Algunas de esas burbujas se deslizaron pesadamente hacía mi mano, dejando en su hueco gemas de color precioso.
Fueron la casa de mis abuelos, su calle, su patio. Los plátanos de la  route de Prades. El puerto de Collioure.
Mañana hablaré de este embrujo, cuando recupere las fotos que se están subiendo a la nube, con esa lentitud digna de una memoria recién recuperada. 

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