jueves, 5 de febrero de 2009

La Vereda

Nos fuimos de excursión con los "Manolos" nuestro fieles cuñados del alma. En 4x4, porque el tiempo amenazaba lluvia, y no queríamos aventurarnos a varias horas de marcha empapados. Emprendimos la pista del Vado, el Barito al volante, con entusiasmo creciente a medida que iban desfilando los paisajes, a cual más sobrecogedor. Precipicios de vértigo, bosques sin fin, ahora el Ocejón de fondo, ahora el pico de San Cristobal.. La pista, pese al mal tiempo de las últimas semanas, bien, algún que otro charco, pero sin más. Paradita en la antigua piscifactoría, encantador rincón con muchas sorpresas ( un molino... una cascada..). Admirad lo "smart" que va el Álvaro, polar a juego con la gorra, bufanda descuidadamente echada al hombro. Cada día más "interesante", gracias al corte de pelo y barba a lo "Moustaki" que le he ingeniado.
Llegamos a La vereda, una de las joyas arquitectónicas del Valle. Abandonado por una expropiación forzosa de Icona en los años 60, se le concedió el usufructo a una "Asociación Cultural de la Vereda", que lo ha rehabilitado, ciertamente con éxito. Aunque a todos se nos encogió el alma la soledad de un lugar tan hermoso y tan vacío.. ahí no vive nadie. A ver si nos leen algunos jovencitos animosos y se les ocurre algo para volver a darle vida. Recorrido por las calles, plazas, eras, a cual más hermosa. Y cómo era la hora de comer, aunque un cartel avisaba que en el pueblo se "prohibía merendar" (¿?), pensamos que no le íbamos a hacer daño a nadie por sacar nuestros bocatas y la bota de vino, siendo como somos tan cuidadosos con el entorno, y es que no nos dejamos ni una mala migaja desperdigada. Elegimos el portal de la Iglesia, pues soplaba un vientecillo helador, y ahí al abrigo de sus gruesos muros nos tomamos un frugal almuerzo, disfrutando como siempre de nuestra mutua presencia y amenizada charla.
Después vino lo bueno.... decidimos volver siguiendo la pista hasta Colmenar de la Sierra dónde nos tomaríamos un café. Una vez pasado el collado de la Vihuela , con sus robles centenarios, empezamos a ver montones de troncos apilados, señal inequívoca del paso de "madereros". Con sus enormes camiones, que habían dejado la pista inutilizable para el común de los mortales. Barro, socavones, más barro, más socavones, curvas muy cerradas en las que nuestro valiente Jimny se ladeaba, amenazando despeñarnos por el barranco. El Barito, impresionante, la sangre fría y la maestría, no se le paró el coche ni un minuto. Yo, con un ataque de pánico, el Mano que me cogía la manita y los ojos cerrados y todo yo encogida, perdiendo la respiración. Nos llevó a buen puerto, después de 6 0 7 kms. de pesadilla, cruzamos un puente medio derrumbado por los dichosos camiones, con el Jarama desbocado pasando por debajo, y por fin, aterrizamos en un lugar transitable. Pausa-pitillo para reponernos de las emociones. No se nos nota demasiado el susto en la foto, pero la procesión iba por dentro. Lo que veis de pista nos parecía una autovía en comparación con lo que acababamos de cruzar.
Las ganas de cafelito se habían convertido en necesidad de una copa de coñac, ambos deseos frustrados pues el bar de Colmenar estaba cerrado. Así que nos volvimos a casa, chupito de whisky y chocolate caliente con roscón. Ya sé que no toca ( el roscón) pero me apeteció hacerlo ..y nos lo comimos.

4 comentarios:

Alvaro Pardo dijo...

Imprezionante el recorrido, de veras que los paisajes son sobrecogedores. Y la aventura del barrizal con el cochecito casi que me alegro de haberla pasado, porque asi conocemos un poco mejor que nivel de dificultad escapaz de sortear nuestro pequeño suzuki.

Tom dijo...

La Vereda es un lugar de ensueño que descubrí hace un par de años en una ruta en bici desde el pantano del Vado. Su estratégica situación, encaramado en un otero sobre el profundo barranco de Vallosera y camuflado por un bosquete de encinas le dan un encanto especial, alejado de las grandes rutas turísticas. Me sobrecogió la inmensa soledad del lugar y su silencio. Es estupendo que la asociación cultural lo haya rehabilitado con exquisito gusto y cuidado. Aquí no se ven los engendros de otros pueblos de la arquitectura negra, gracias curiosamente a que se abandonó y los que han empezado a rehabilitarlo han tenido el cuidado y el gusto de respetar la arquitectura tradicional.
¡Nos perdimos un trozo de roscón de Mª José! ¡Qué pena! Otra vez será...

Mano dijo...

Pues se te ha olvidado decir que con las dificultades de la pista, la Carmela tuvo que pasarse al asiento de delante, so pena de que le viniera esa angustia tan mala... que les da a los que se marean en coche. Lo cual, no se si fue mejor o peor, porque imagino que yendo delante, todo se vería aún peor. Aunque los rabeos del coche creo que se notan más desde detrás.
Preciosa excursión que me dejó con las ganas de hacerla a pié. Al menos, en parte. Amaneció amenazador, pero terminó con un sol espasmódico que hizo de la visita a la Vereda una experiencia deliciosa.

Unknown dijo...

Ya sabemos que los Suzukys son como una mosca (los reyes de la montaña) pero el barro es muy traicionero y sobre todo con tantos socavones.
Me alegro de que todo terminara bien.
Estoy de acuerdo en que ése pueblo abandonado pero que estan restaurando es una opción interesante para los aspirantes a neorurales, sobre todo si las casas les salen a buen precio.

Besos,
Ignacio