Clausurada la Mostra de Ascaso. Recogidos y limpiados hasta el último rincón de Casa Juez con los voluntarios-amigos que nos quedamos para esa tarea. Bajadas las basuras a sus oportunos contenedores, el Barito y yo emprendimos aventura viajera y de camping.
El coche hasta los topes, la Cobita, ¿Cómo no? asustada.
Decidimos dejarnos llevar por el viento que ese día soplaba hacía la izquierda, o sea, dirección Ainsa. Ahí volvimos a girar siguiendo una flecha que decía " Francia..kms", por el túnel de Bielsa.
A media tarde, encontramos nuestro primer camping municipal, en la Vallée d'Ossau, alguna de las communes d'Aragnouet.
1ª noche: Camping impecable , bonitas vistas, pero el ruido del torrente impidió un sueño realmente reparador, y la estrechez del Valle , la entrada del sol para calentar nuestro primer desayuno aventurero. Pan francés, un camembert oloroso y regalado pues estaba "périmé", y una deliciosa mermelada de myrtilles.
Vuelta a empaquetar tienda y enseres. La Cobita , cada vez más asustada (¿Nos olvidaríamos de ella en cualquier rincón francés, con tanto ir y venir?).

El viento nos llevó dirección
Bagnères- de- Bigorre, y de repente giró hacia el
Tourmalet, que recorrimos con horror, pues estaba lleno de ciclistas y camiones. Después de una pelea con una vaca gordota y guasona que se quiso comer nuestros bocadillos de
camembert con saucisson à l'ail, en la que el
Barito valiente se llevó una cornada en el bajo vientre ( sin más consecuencias, no os asustéis), y la
Cobita prudente nos esperó bajo el coche, y de la que no tenemos testimonio gráfico, bajamos todo lo subido para aterrizar en la balnearia y termal
Luz Saint Sauveur
y un maravilloso camping, no municipal pero barato, con piscina de aguas tibias y jacuzzi.
Dos noches de delicioso sueño bajo la lona de nuestro nuevo hogar de fortuna.
De desayunos con croissants calentitos que nos llevaba el panadero local.

De baños y jacuzzis, y nuestra primera tormenta Pirenaica. Fue cuando decidimos visitar el
"Cirque de Gavarnie" y nos encontramos una oveja que acababa de parir en medio de la carretera y una marmota, que se escondió en su guarida cuando la intentamos fotografiar.
Unas tardes muy francesas, con cenas de
confit , bavette y crepes, y conciertos en la iglesia templaria de la
"vieille ville". Un cantor ruso muy barroco, cuyo ojos azules y barba rubia encandilaba a la
beatería local, que nos hizo cantar
Kali-kakalin-kakalin con batir de manos y de pies.
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El
Barito y yo nos desgañitamos con nuestra mejor voz. Las beatas se morían de gusto.
Pero todo tiene un fin en la vida aventurera, y seguimos camino. Al Oeste, siempre al oeste, aterrizamos en Aucun.
4ª Noche de camping. Un poco más masificado, pero igual de barato que los otros. Con unos vecinos ingleses que tenían una perra que se llamaba Georgia.
A la mañana siguiente seguimos rumbo viento del oeste para llegar a "nuestro" valle mítico, el de Aspe y el camping de Lescun.
Ahhhh! Qué bello.
Al pie de una montaña mágica, en medio de un
"cirque" impresionante, un camping amable y silencioso, que te invitaba a instalarte sin prisas , sin limitaciones de parcela bajo cualquiera de sus arces , tilos o abedules hospitalarios.
Cómo disfrutamos esos últimos dos días.
La
Cobita, por fin se relajó. Entendió que el mundo no se acababa si nos íbamos juntos al baño y la dejábamos un ratito sola. Que la tienda era su hogar, el coche su cama.
Todo en gran desorden de cacharreria, ropa sucia, ropa limpia, bañadores y toallas, zapatillas y calcetines.
Visitas de preciosos pueblos, tan conservaditos, tan decadentes, tan de sabor a mi infancia.
Cenas en el bar
"Le Berger", cocina casera, pirenaica, con una insuperable sopa de verduras y
confit de gallina.
Dos noches de tormenta, con el viento ululando, los relámpagos iluminando nuestro techo y los truenos alejándose poco a poco. Y nosotros acurrucaditos, abrazaditos y calentitos, esperando que termine.
Fue cuando descubrí, amigos, que tengo alma de nómada. Que quiero seguir viajando por dónde sopla el viento, con la casa a cuestas.
Cualquier mañana, como en "Chocolat", el viento del Norte nos impulsará a recoger bártulos y desapareceremos en busca de un mejor destino.