Ayer, primera gran nevada del año. Yo estaba en casa, haciendo galletas, esterilizando botes para mi famosa "mermelada de naranjas a la inglesa", que no veas el curro que necesita, más de tres días entre la 1ª fase y la 2ª. Con el delantal puesto y toda la cocina oliendo a pastelería, y que no me daba tiempo a calzarme las botas ni los "guêtres" para ir a buscar esta fotito original de la primera nieve del año que os quería colgar.
Así que me puse en guardia en la ventana. De normal, es bastante aburrida ( la ventana, digo), vamos, que no suele pasar nadie de quien cotillear, ni nada que estorbe la paz estática del encuadre. Sólo mi imaginación poética que me habla desde la pared de enfrente, el canto del gallo y el piar de los cabroncitos. Pero ayer, con la nevada, fue un día especial. Los niños estaban de vacaciones y llenaron la calleja de trineos y bolas de nieve, algún que otro cabreo infantil, muchas risas y promesas de venir a comerse las galletas después.
Así que me puse en guardia en la ventana. De normal, es bastante aburrida ( la ventana, digo), vamos, que no suele pasar nadie de quien cotillear, ni nada que estorbe la paz estática del encuadre. Sólo mi imaginación poética que me habla desde la pared de enfrente, el canto del gallo y el piar de los cabroncitos. Pero ayer, con la nevada, fue un día especial. Los niños estaban de vacaciones y llenaron la calleja de trineos y bolas de nieve, algún que otro cabreo infantil, muchas risas y promesas de venir a comerse las galletas después.

Así que me quede ahí, agazapada y cámara en mano. Y pude captar unas escenas dignas de una novela de Dickens, sobre los pormenores del comedor de caridad que tengo instalado en la el alféizar de la ventana, para provecho de los cabroncitos del entorno. Resulta que por un lado, están los "cabroncitos-cabroncitos", o sea el común de los cabroncitos, que puebla ciudades y campos, que lo llaman gorrión. Este espécimen nunca viene solo, sino en manada. Y se hace fuerte, vamos que se adueña de mi comedor, por razón de ser multitud, al menor descuido . No sé porqué, a ciertas especies, les tienen respeto, imagino que por haberse ganado unas cuantas bofetadas por invasores. El caso es que, mientras los demás esperan , primero come el "trepador azul". Es muy ágil y no lo pude captar bien. Anda en todas las posturas, boca arriba, boca abajo, de ahí su nombre de "trepador". Le da la vuelta al comedero, es muy gracioso. Pero tiene antenas, apenas oye el clic de mi ap
arato , ya se está escondiendo.
Cuando opina que ya ha comido lo suficiente, , viene la "mésange", que en castellano se llama "carbonero", pero que para mi, siempre será la "mésange" de algún cuento de mi infancia. Y viene guerrera, empuja al trepador: "quita te de aquí que ahora me toca a mi".Observad, como del otro lado de la calleja, vigilan los "cabroncitos", con, o por lo menos eso me parece a mi, cara de indignación.
No me tiene miedo, nos conocemos desde los cuentos de mi infancia, eso crea muchos lazos de intimidad. Así que la puedo retratar a gusto, no tiene reparos en enseñarme la
lengua. La mejor foto de mi primer día de nieve del 2010.
Faltaba el petirrojo, al que no le gustan las multitudes. No se corta en acercarse a mi ventana, aunque la tenga abierta, y a mirarme con descaro aunque le esté mirando yo a él. Pero cuando vino, ya no tenía la cámara a mano, asi que guardo para mi su imagen, y el momento mágico de sus evoluciones por el comedero.
Esta mañana han subido las temperaturas y llueve. Toda la calleja se está diluyendo, desaparece la nieve, y claro, el entorno ha perdido encanto. La mermelada está haciendo chup-chup, un ejercito de cabroncitos está invadiendo mi ventana, y toda la casa huele a naranja..

Cuando opina que ya ha comido lo suficiente, , viene la "mésange", que en castellano se llama "carbonero", pero que para mi, siempre será la "mésange" de algún cuento de mi infancia. Y viene guerrera, empuja al trepador: "quita te de aquí que ahora me toca a mi".Observad, como del otro lado de la calleja, vigilan los "cabroncitos", con, o por lo menos eso me parece a mi, cara de indignación.
No me tiene miedo, nos conocemos desde los cuentos de mi infancia, eso crea muchos lazos de intimidad. Así que la puedo retratar a gusto, no tiene reparos en enseñarme la
Faltaba el petirrojo, al que no le gustan las multitudes. No se corta en acercarse a mi ventana, aunque la tenga abierta, y a mirarme con descaro aunque le esté mirando yo a él. Pero cuando vino, ya no tenía la cámara a mano, asi que guardo para mi su imagen, y el momento mágico de sus evoluciones por el comedero.
Esta mañana han subido las temperaturas y llueve. Toda la calleja se está diluyendo, desaparece la nieve, y claro, el entorno ha perdido encanto. La mermelada está haciendo chup-chup, un ejercito de cabroncitos está invadiendo mi ventana, y toda la casa huele a naranja..